Hubo un joven que pensó:- Si pudiese experimentar varias fases de la existencia, podría librarme de toda estrechez de miras. ¿De que sirve que a uno se le diga”ya lo sabrás cuando seas viejo”, si para entonces habrá de ser demasiado tarde para aprovecharlo?
Se encontró con un hombre sabio, quién en respuesta a sus interrogantes dijo:-Podrás encontrar la respuesta, si lo quieres.
-¿ Cómo?- preguntó el joven.
-Mediante la transformación múltiple. Ingiriendo ciertas bayas que yo te mostraré, podrás adelantar o retroceder en edad, o dejar de ser una persona y convertirte en otra.
-Yo no creo en la reencarnación.
-No es cuestión de lo que crees, sino de lo que es posible-le replicó el sabio
Comió las bayas y su deseo fue transformarse en un hombre de edad madura. Pero ser un hombre de edad madura tenía tantas limitaciones, que ingirió otra baya y pasó a ser viejo.
Ya viejo quiso ser joven otra vez y recurrió a otra baya. Así volvió a ser joven, pero como cada estado tiene su forma de conocimiento correspondiente, ocurrió que de su mente desapareció la experiencia adquirida en sus dos mutaciones anteriores.
No obstante, el joven aún recordaba las bayas, y decidió un segundo experimento. Comió otra, deseando esta vez convertirse en algún otro. Apenas se vio transformado en otra persona, comprendió que el cambio, por sí solo, era vano. Por lo tanto, comió otra baya y deseó volver a ser él mismo nuevamente.
Una vez restituido a su estado original, se percató de que todo lo que había ganado realmente con aquellas experiencias era por completo diferente de lo que había esperado obtener con los cambios de su persona.
Volvió a presentársele el sabio, quien le dijo:-Ahora que sabes que las experiencias importantes no son las que deseas sino las que necesitas, quizás puedas comenzar a aprender.
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