viernes, 30 de abril de 2010

Sutra del Corazón

Mantra de Yamantaka (Tib: Jig-je)

Mantra de Simhamukha

Mantra de Ganapati

Mantra de Sitatapatra (Tib:Dukkar)

Mantra de Lama Tsong Kapa

Mantra de Palden Lhamo

Mantra de Rahula

Mantra de Mahakala blanco (Tib: Gonkar)

Mantra de Manjushri (Tib: Jampel)

Mantra de Padmasambava (Tib: Guru Rimpoche)

Mantra de Vajrasatva (Tib: Dorje Sempa)

Mantra de Buda Amitaba

Mantra de Tara Blanca (Tib: Drolkar)

Mantra de Tara Verde (Tib: Drolma)

Mantra OM MANI PADME HUM

Sutra del Corazón

Oración de larga vida a SS el Dalai Lama

Mantra de Buda Shakyamuni

Mantra del Buda de la Medicina

Highway To Lhasa

jueves, 29 de abril de 2010

“La Gran Paz Natural” Por Sogyal Rimpoché

Las enseñanzas de Buda son extensas. Sólo las “palabras de Buda” llenan más de cien volúmenes. A continuación, los comentarios y tratados de los grandes eruditos indios ocupan más de doscientos volúmenes, y ello sin contar todas las obras de ...los grandes maestros tibetanos.
Pero aún siendo así, las enseñanzas de Buda pueden ser sintetizadas de una forma muy profunda. Recuerdo que mi maestro, Dilgo Khyentse Rimpoché solía decir:

“Las enseñanzas de Buda son al mismo tiempo ‘extensas’ y ‘profundas’: ‘extenso’ se refiere al enfoque del erudito, del pandita, y ‘profundo’ al del yogui.”

Cuando se le pidió a Buda que resumiera sus enseñanzas, dijo:
No cometer ni una sola acción negativa,
Cultivar un tesoro de virtudes,
Domesticar esta mente nuestra;
Ésta es la enseñanza de todos los Budas.


“No cometer ni una sola acción negativa” significa abandonar las acciones
malsanas, perjudiciales y negativas, que son la causa del sufrimiento, tanto para nosotros mismos como para los demás. “Cultivar un tesoro de virtudes” es adoptar acciones positivas, benéficas y sanas que son la causa de la felicidad, una vez más, tanto para nosotros mismos como para los demás.
Sin embargo, el punto más importante es “domesticar la mente”. De hecho,
maestros -como Ñoshul Khen Rimpoché-, dicen con frecuencia que esta frase por sí sola capta la esencia de las enseñanzas de Buda. Porque si podemos comprender la verdadera naturaleza de nuestra mente, ahí radica el punto esencial, tanto de las enseñanzas, como de toda nuestra existencia.

La mente es la raíz de todo: creadora de la felicidad y creadora del sufrimiento, creadora del samsara y creadora del nirvana. En las enseñanzas tibetanas, a la mente se la llama “el rey responsable de todo” – kun ye gyalpo-, el principio universal que lo rige todo. Tal como el gran Guru Padmasambhava dijo: “No intentes cortar la raíz de los fenómenos, corta la raíz de la mente”. Esta es la razón por la que encuentro tan evocadoras estas palabras de Buda: “Somos lo que pensamos, y todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo. Habla o actúa con una mente pura y la felicidad será el resultado”. Si tan solo pudiéramos recordar esto y guardar nuestro corazón y nuestra mente puros, la felicidad se produciría de verdad. Por lo tanto, todas las enseñanzas de Buda están enfocadas hacia el entrenamiento de la mente, y mantener el corazón y la mente puros.

Esto empieza por la práctica de la meditación. Con ello permitimos que todos
nuestros pensamientos y emociones turbulentas se sosieguen tranquilamente en un estado de paz natural. Como Ñoshul Khen Rimpoché decía:

Descansa en la gran paz natural, mente exhausta, golpeada incansablemente por el karma y las ideas neuróticas, como el furor implacable de las olas en el infinito océano del samsara. Descansa en la gran paz natural.

¿Cómo se sosiegan los pensamientos y las emociones? Si dejas un vaso de agua
turbia en reposo, sin tocarlo, la suciedad se posará en el fondo, y la claridad del agua se hará evidente. Del mismo modo, en la meditación permitimos a nuestras ideas y emociones sosegarse naturalmente, en un estado de confort natural.
Hay un dicho maravilloso de los grandes maestros del pasado. Recuerdo que cuando lo oí por primera vez fue como una revelación, porque en estas dos frases se muestra a la vez lo que es la naturaleza de la mente y como permanecer en ella, lo que constituye la práctica de la meditación. En tibetano es precioso, casi musical: chu ma ñok na dang, sem ma chö na de. A grosso modo significa: “El agua, si no la agitas, se aclara; la mente, cuando no se la altera, encuentra su propia paz natural”.

Lo increíble a propósito de esta instrucción es el énfasis en la naturalidad y en que dejemos que la mente simplemente sea, sin alteraciones y sin cambiar nada en absoluto. Nuestro verdadero problema es la manipulación, la fabricación, y que pensamos demasiado. Un maestro solía decir que la causa primordial de todos nuestros problemas mentales es que pensamos demasiado.

Como dijo Buda: “con nuestros pensamientos creamos el mundo”. Pero si mantenemos nuestra mente en un estado de pureza y le permitimos reposar, tranquilamente, en su estado natural, lo que ocurre al practicar es sumamente extraordinario.

La primera práctica en el camino budista de la meditación se llama “shamata” –en tibetano “shiné”-, morar en calma o “meditación de la tranquilidad.” Cuando empezamos, es una práctica de atención. La práctica de shamata puede ser con un objeto o soporte o sin él. A veces usamos una imagen de Buda como objeto o, al igual que sucede en todas las escuelas budistas, observamos la respiración levemente y con atención. El problema para todos nosotros es que nuestra mente siempre está distraída. Y cuando está distraída, la mente crea pensamientos sin cesar. No hay nada en lo que no pueda pensar o hacer. Si nos fijáramos, veríamos el poco discernimiento que tenemos, y las muchas veces que simplemente dejamos surgir todo tipo de pensamientos y nos perdemos en ellos. Se ha convertido en la peor de todas las malas costumbres. No tenemos disciplina, así como tampoco disponemos de ningún medio para fijarnos en qué tipo de pensamientos nos ocupan; surja lo que surja, nos dejamos arrastrar por una espiral de historias e ilusiones que nos tomamos tan en serio que, no tan sólo nos las creemos, sino que se vuelven parte de nosotros mismos.

Por supuesto, no deberíamos reprimir nuestros pensamientos y emociones, pero tampoco deberíamos complacernos en ellos. Lo que ocurre es que nos hemos complacido en exceso a la hora de pensar. El resultado son las enfermedades mentales, e incluso físicas.
Muchos médicos tibetanos han notado la preeminencia en el mundo moderno de desórdenes debidos a desequilibrios del prana o aire interno, causados por un exceso de agitación, preocupaciones, ansiedad y pensamientos, que se añaden a la velocidad y a la agresividad que dominan nuestras vidas. Lo que necesitamos de veras es tan sólo paz. Es por esta razón que nos damos cuenta que sentarnos, aunque solo sea un momento, inspirar y expirar dejando a nuestros pensamientos y emociones posarse tranquilamente, puede constituir un maravilloso descanso.

Cuando nos abandonamos a la distracción y a pensar en exceso sin prestar
atención, cuando nos perdemos en pensamientos e invitamos a los problemas
mentales y a la angustia, el antídoto a aplicar es la atención. La disciplina de la práctica de shamata es hacer que la mente vuelva una y otra vez a la respiración.

Si estás distraído, en el instante en que te des cuenta, sencillamente vuelve a
centrarte en la respiración. No hay que hacer nada más. Incluso preguntarse: “¿por qué diablos me he distraído tanto?” es otra distracción. La simplicidad de la atención, de volver a traer continuamente la mente a la respiración, la calma progresivamente. Cuando intentas acostar a un niño, lo que le apetece es ponerse a jugar y, si le haces caso, se excitará cada vez más y nunca querrá irse a la cama.

Tienes que cogerlo en brazos y quedarte un rato con él, tranquilamente atento, y entonces acabará por calmarse. Con la mente ocurre exactamente lo mismo: no importa lo agitada que esté, sigue trayéndola de vuelta, una y otra vez, a la simplicidad de la respiración. Gradualmente, la mente se aquietará en la mente.

Al principio, claro, puede que nos sintamos un tanto extraños, creyendo que al observar tenemos el acto de respirar, quién respira y la respiración, cada uno por su lado. Pero lentamente, a medida que perfeccionemos la práctica y que nuestra mente se aquiete, el acto de respirar, quién respira y la respiración se volverán uno y, al final, será como si nos hubiéramos convertido en la respiración.

Los maestros siempre aconsejan que al practicar la meditación del “permanecer en calma”, lo importante es no concentrarse excesivamente. Por esta razón recomiendan poner tan sólo un 25 % de la atención en la respiración. Pero entonces, como puedes haber notado, la atención por sí sola no es suficiente. Mientras que se supone que estás observando tu respiración puede suceder que, tras unos pocos minutos, te encuentres jugando un partido de fútbol o protagonizando tu propia película. Por lo tanto, hay que dedicar otro 25% a una conciencia continua y vigilante que supervisa y comprueba si sigues atento a la respiración. El otro 50% de tu atención lo dejas permanecer, espaciosamente. Por supuesto, la exactitud de los porcentajes no es tan importante como el hecho de que estos tres elementos –atención, conciencia y espaciosidad- estén presentes.


La espaciosidad es realmente maravillosa. A veces, el simple hecho de ser
espacioso basta para sosegar nuestra mente. La espaciosidad capta toda la esencia de la meditación; también es la generosidad de base de la meditación. En la práctica de shamata, cuando conseguimos aliar la espaciosidad a la atención puesta en la respiración, la mente se va calmando progresivamente. Y al calmarse, ocurre algo extraordinario: todos nuestros aspectos fragmentados vuelven a casa y nos unificamos. La negatividad y la agresividad, el dolor, el sufrimiento y la frustración se desvanecen de verdad. Experimentamos una sensación de paz, de espacio y de libertad y, como resultado de este aquietamiento, surge una profunda tranquilidad.

Según vamos perfeccionando esta práctica y nos unificamos con la respiración, al cabo de un tiempo, incluso la respiración en sí como objeto de atención en nuestra práctica, se disuelve y nos encontramos reposando en el momento presente. Este es el estado de estar centrado en un único punto que constituye el fruto y la finalidad de shamata. Permanecer en el momento presente y en la tranquilidad es un excelente logro, pero volvamos al ejemplo del vaso de agua turbia: si la dejas quieta, la suciedad se irá al fondo y el agua recuperará su nitidez, pero a pesar de ello, la suciedad seguirá estando ahí, en el fondo. Si un día la remueves de nuevo, la suciedad se pondrá de manifiesto una vez más. Mientras cultivemos la tranquilidad, es posible que disfrutemos de paz, pero cada vez que nuestra mente se agite un poco, los pensamientos engañosos volverán a invadirnos.

Permanecer en el momento presente de shamata no va a permitirnos evolucionar ni tampoco nos va a conducir a la iluminación o a la liberación. El momento presente se vuelve un objeto muy sutil y la mente que mora en el momento presente, un sujeto sutil. Mientras permanezcamos en el terreno del objeto-sujeto, la mente seguirá en el mundo conceptual ordinario del samsara.

A través de la práctica de permanecer en calma, nuestra mente se ha apaciguado en un estado de tranquilidad y ha hallado estabilidad. Al igual que la imagen de una cámara fotográfica se vuelve nítida al enfocarla, la atención centrada en un punto de shamata, permite que surja una creciente claridad de la mente. Según van desvaneciéndose gradualmente los oscurecimientos y el ego y su tendencia al aferramiento empiezan a disolverse, la “visión clara”, o “vislumbre” de vipashyana, -en tibetano lhak tong- se manifiesta. En ese momento ya no necesitamos el ancla que supone morar en el momento presente y podemos progresar avanzando, yendo incluso más allá de nuestro yo, hacia la apertura que representa la sabiduría que comprende la ausencia de ego. Esto es lo que va a arrancar de cuajo la ilusión y a liberarnos del samsara.

Examinemos el impacto de esto sobre la forma en que manejamos los
pensamientos y las emociones. Al empezar, sin ninguna seguridad o base, nuestros pensamientos nos invaden y nos dispersan; es por esta razón que en la práctica de la atención nos centramos en un objeto: la respiración.

Pero sean cuales sean los pensamientos que surjan, todos surgen de nuestra mente y de ningún otro sitio, de una forma tan natural como los rayos emanan del sol o como hay olas en el océano. Al estar ahora, pues, en un estado de permanecer en calma, todo lo que surge de nosotros –que nunca ha existido al margen de nosotros mismos- va a encontrarse con una persona diferente. Ya no hay razón para tener miedo de perder el equilibrio o de distraernos; no tenemos porque seguir obstaculizando lo que surge, ahora que la apertura de la visión profunda se ha manifestado. Nos hemos convertido en una roca que hace frente al viento y las tormentas, a diferencia de la pluma que éramos antes, arrastrada de un lado a otro por la brisa. Todo lo que tenemos que hacer ahora es mantener nuestra conciencia.

Cuando un pensamiento surja desde el estado de quietud, si simplemente lo reconocemos con esta conciencia, volverá a disolverse en la naturaleza de la mente. Los pensamientos y las emociones se vuelven como las olas en el mar, elevándose y disgregándose de nuevo en su propia inmensidad y nosotros nos volvemos como el mar mismo, extenso, espacioso y plácido. No nos queda nada más por hacer: tan sólo mantener esta conciencia.

Por supuesto, para un principiante el riesgo es que aquello que surja le
Desestabilice y desencadene sus viejas costumbres. En el momento en que lo que surge es visto como algo separado, nos hemos perdido y por lo tanto, en este momento tan crucial antes de que se convierta en un pensamiento, debemos mantener la conciencia. Necesitamos, pues, ser conscientes de nuestra conciencia, contar con un recuerdo natural que nos haga volver en cada ocasión y sin el cual seremos arrastrados.

Lo que estoy describiendo aquí es un proceso que se conoce por quietud,
movimiento y conciencia (ne gyu rig sum), y que adquiere un significado cada vez mayor a medida que alcanzamos etapas más profundas de comprensión. Según avanzamos, permitiendo a lo que surge disolverse y liberarse a la luz de nuestra conciencia, realzaremos y prolongaremos esta quietud, al igual que las olas no hacen más que realzar la belleza del mar. A través de la conciencia de la visión clara y la sabiduría que comprende la ausencia de ego, llegamos a la naturaleza de la mente. Según vayamos progresando, tendremos profundas intuiciones sobre la naturaleza de la realidad, así como sobre nosotros mismos ya que, a medida que la dualidad sujeto-objeto se disuelve, alcanzamos el estado de no-dualidad.

Llegados a este punto, nos encontraremos en un estado de profunda paz. Ñoshul Khen Rimpoché solía hablar de la Gran Paz Natural –rang shin shiwa chempo- , la profunda paz de la naturaleza de la mente, la paz de Madyamika, Mahamudra y Dzogpachempo. Tal como dijo Buda: “el nirvana es la verdadera paz”. Cuando llegas a la paz de la naturaleza de la mente, descubres la extensa expansión de la gran apertura. Es como cuando las nubes se dispersan y dejan al descubierto un cielo abierto infinito; a medida que los pensamientos y las emociones similares a las nubes se disuelven a través de la práctica de la meditación, lo que queda al descubierto es la naturaleza de la mente similar al cielo.
Brillando en este cielo se encuentra el sol de nuestra naturaleza búdica, nuestra bodichita, la esencia de la iluminación. El sol conlleva dos maravillosas cualidades: el calor y la luz. Su resplandeciente luz se asocia a la sabiduría, y su calor al amor y la compasión. Si preguntáramos ¿qué es la mente de Buda?, es exactamente eso: sabiduría y compasión. Y, como las enseñanzas afirman que todos tenemos la naturaleza búdica, todos somos budas en potencia. Cuando purificamos nuestra mente, se convierte en sabiduría y cuando purificamos nuestro corazón, éste se convierte en amor y compasión. Si purificáis vuestros pensamientos, esta inteligencia pura, que deja de estar oscurecida por la ignorancia, es la sabiduría. Cuando las emociones han sido purificadas, surgen en forma de compasión.

Por lo tanto, a través de esta práctica podemos llegar a la pureza profunda de la naturaleza de la mente, esta gran paz de la que Buda habló en el momento de su iluminación, hace aproximadamente dos mil quinientos años, bajo el árbol de Bodi, en el lugar que se conoce hoy en día como Bodgaya. Sus primeras palabras fueron:

“Paz profunda, simplicidad natural, luminosidad no compuesta...”

Con estas palabras, solía decir Dilgo Khyentse Rimpoché, Buda proclamó la esencia de su iluminación, que es el estado de Dzogpachempo, la Gran Perfección. Esta profunda paz es a lo que intentamos llegar a través de la práctica. De hecho, “domesticar la mente” se logra por completo al reconocer esta paz. Fíjate como cuando nos sentimos conmovidos o inspirados por el amor, nos sentimos totalmente desarmados. Del mismo modo, cuando reconocemos la naturaleza de la mente a través de esta práctica, nuestros pensamientos y emociones corrientes se desarman y se disuelven. Entonces un amor y una compasión tremendos irradian de nosotros mismos, al igual que el sol lo hace con todo su calor.

En cuanto entramos en contacto con la pureza de nuestra naturaleza intrínseca, nuestra naturaleza búdica, lo que se pone al descubierto es nuestra bondad fundamental, nuestro buen corazón. Sencillamente, exudamos bondad, compasión y amor. Y así, no sólo entramos en contacto con nosotros mismos, sino que lo hacemos enteramente con los demás. Sientes que realmente eres uno con los demás. Ya no hay barrera alguna que se interponga entre tú y los demás; ni tan siquiera la barrera que pueda haber entre tu y tu mismo. A menudo las barreras, al igual que los problemas, provienen de uno mismo, estamos en guerra con nosotros mismos.

Ahora, con esta práctica, a medida que la tenaza del ego se afloja y que nuestra tendencia a aferrar se evapora, los conflictos, sufrimientos y dolores propios de la fragmentación y de la lucha con nosotros mismos, se disuelven. Por primera vez, un perdón profundo y fundamental hacia nosotros mismos se hace factible. Al mismo tiempo, las esperanzas, miedos y angustias se evaporan, y con ellos todos esos sentimientos -como el estar bloqueado y cerrado en banda, el no estar en contacto ni con nuestros propios sentimientos-, que nos impiden ser felices.
Lo que puede aportarnos esta práctica es increíble. Cada vez que escucho esta enseñanza de Buda, transmitida por los grandes maestros, y siento su autenticidad resonando en mi propio corazón, por la poca práctica que conozco, siento su enorme bendición. Lo más extraordinario es que realmente podemos experimentar la verdad de esta enseñanza. No es algo que se base tan sólo en creencias o en la fe, sino algo que puedes saborear y comprender por ti mismo.
¿Qué ocurrirá cuando lo experimentes? Sentirás la enorme compasión y el amor de los budas y una irresistible gratitud hacia ellos. Y lo que desearás por encima de todo, será compartirlo y ayudar a todos los seres a liberarse del sufrimiento y a adquirir la felicidad última, esta gran paz natural, la paz de Buda. Así que cada vez que experimentes esta clase de paz –aunque sólo sea un poco- en tu meditación, reza desde lo más profundo de tu corazón, como en la práctica de la bodichita, en los preliminares del Dzogchen Longchen Ñingtik:

“Hipnotizados por la inmensa variedad de percepciones que son como el reflejo ilusorio de la luna en el agua,

Los seres vagan sin cesar perdidos en el círculo vicioso del samsara.

Para que puedan encontrar consuelo y bienestar en la luminosidad y el espacio que todo lo abarca de la verdadera naturaleza de sus mentes,

Engendro el amor, la compasión, la alegría y la ecuanimidad inconmensurables de la mente iluminada, la esencia de la bodichita.”

Tu deseo es que todos los seres encuentren paz y felicidad, en la verdadera
naturaleza de su mente. Tengo la impresión de que en este siglo XXI, lo que mucha gente está buscando es la verdad que reside en ellos mismos. Todo el mundo parece preguntarse: “¿Quién soy?” y aspira fervientemente a comprender la autenticidad de su propio ser, más allá del yo egótico.

Mediante esta práctica, puedes llegar a experimentar tu verdadera naturaleza y, cuando la experimentes, tu mayor deseo será que los demás hallen también esta clase de comprensión al saber que, además de mostrarnos quienes somos realmente, esta comprensión nos libera de nosotros mismos.

Me parece importantísimo que contemos con una práctica como ésta. Todos
deseamos paz. Todos ansiamos sentirnos bien, ser un buen ser humano, tener un corazón cálido y ser buenos, pero a menudo no sabemos cómo. Hay demasiadas cosas poblando nuestra mente y nuestro corazón parece estar siempre bloqueado.

No somos libres, y en medio de toda esta confusión, sufrimiento y dolor, perdemos fácilmente las esperanzas y nos sumimos en la desesperación. Sin embargo, el hecho de oír la sabiduría y la compasión presentes en esta enseñanza y saber que empiezan a abrir el ojo de nuestra sabiduría y nuestro corazón y nuestra mente a nuestra verdadera naturaleza y a la verdadera naturaleza de todo, puede llenarnos de alegría, de inspiración y de esperanza.
Mediante la práctica, puede ser que experimentemos un poco de esta paz mental, pero no podemos permanecer indefinidamente en este estado. Volvemos a caer en nuestra forma cotidiana de funcionar y nuestros esquemas mentales, que estaban esperando poder reaparecer. Es ahora cuando debemos estar más atentos que nunca y recordar constantemente que esta mente es como un cristal claro y puro.

Al igual que un cristal adquiere el color de cualquier superficie donde se ponga, la mente se transforma exactamente en lo que permitimos que la ocupe en cada momento. La mente en sí misma está más allá de elección, más allá de la dualidad entre bueno y malo. Como dijo Buda: “con nuestros pensamientos creamos el mundo” y somos los creadores de este mundo que disfrutamos o sufrimos, un mundo de fenómenos kármicos modelado por nuestros pensamientos y actos.

No obstante, una vez que hayas probado un poco de esta paz y adquirido esta
visión, tendrás ganas de hacerte la promesa de no volver atrás nunca más. En la práctica budista de la confesión, que consiste en reconocer y purificar la
negatividad y los errores, se habla de “cuatro poderes”: el poder de la presencia, que hace alusión a la presencia de los Budas; el poder del arrepentimiento, que consiste en el sentimiento de arrepentimiento con respecto a los errores que hayamos cometido; el poder de la resolución que consiste en decidir no volver a hacerlo nunca más; y el poder del método, que es la práctica – sea la que sea – que efectuamos para purificar el daño hecho.

De hecho en la práctica dzogchen confesamos el daño en la Darmadatu, el espacio que todo lo abarca de la naturaleza de la mente. Purificamos todos nuestros pensamientos negativos en la pureza de nuestra naturaleza inherente, y toda su oscuridad es purificada por esta luz. Al confesar, tomamos la firme resolución de no volver a caer en la oscuridad de lo negativo y de mantener nuestro corazón y nuestra mente puros. Porque ahora entendemos más que nunca que “somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo. Habla o actúa con una mente impura y los problemas serán el resultado... Habla o actúa con una mente pura y la felicidad será el resultado...”

En todo caso, cuando mediante la meditación alcanzas el estado de bondad de la naturaleza de la mente, lo que quiera que digas será bondad, lo que quiera que veas será bondad, lo que quiera que toques será bondad, porque tú serás bondad. Serás naturalmente puro y ello no puede más que manifestarse a través de todo lo que hagas, pienses o digas.

Cuando pienso en Jamyang Khyentse Chöki Lodrö, Dudjom Rimpoché, Dilgo Khyentse Rimpoché y todos los grandes maestros, me pregunto cómo podían ser constantemente como son. ¿Cómo es posible que hagan lo que hagan suponga un beneficio para los seres? La respuesta es: porque se encuentran permanentemente en el estado de bondad. Por eso nos inspiran y nos llenan de esperanza.
Cuando la gente corriente como nosotros ve a Su Santidad el Dalai Lama, se despierta en nosotros la esperanza en la humanidad, y ver que existe semejante ser humano, aporta la comprensión de que nosotros también podemos convertirnos en un buen ser humano como él.

Los grandes practicantes, mujeres o hombres, encarnan este mismo tipo de bondad y hagan lo que hagan resulta benéfico, porque siempre están en este estado, gracias a la disciplina que consiste en mantener la pureza de la mente. No se pervierten bajo ningún concepto, permanecen siempre puros y actúan motivados por esta bondad en la que permanecen sólidamente anclados.

Lo cierto es que a veces nos sentimos en contacto con nosotros mismos, con los demás, con el universo, y tenemos verdaderamente la oportunidad de
experimentar una profunda paz interior. Cualquiera que haya tenido la suerte de vivir un poco esta paz interior, debería de tomar la firme resolución de mantenerla, no sólo por su propio bien, sino por el del mundo. Cuando te encuentras en este estado, lo extraordinario es que, aunque no hagas gran cosa, tu ser por sí mismo puede beneficiar a los demás, sin siquiera pretenderlo, en tanto que mantengas esta bondad y pureza en tu mente y tu corazón, en tu motivación y en tu existencia. Y si queremos infundir una fuerza especial a nuestros actos, podemos invocar la bendición de todos los budas y maestros. Se dice que una de las cualidades de los budas es que en cuanto los invocamos, están ahí. A lo mejor piensas: “¿Cómo puede alguien como yo merecer que los budas le dediquen un poco de su tiempo?”. El mismísimo Buda dijo: “Quienquiera que piense en mí, me tiene enfrente.” Y Guru Padmasambhava prometió: “Nunca estoy lejos de los que sienten devoción por mí, pero tampoco estoy lejos de los que no la sienten”. Tal es
la compasión de los budas.

Buenos o malos en apariencia, todos podemos recibir sus bendiciones. Seamos lo que seamos, sólo es temporal; todas nuestras ilusiones pueden purificarse porque nuestra naturaleza fundamental es buena. Puede que las nubes oscurezcan el cielo, pero basta con ir más allá de ellas para darnos cuenta de que hay un cielo infinito que nunca ha sido tocado por esas nubes. El ejemplo que se usa habitualmente en el dzogchen es el del espejo: nuestra verdadera naturaleza es como un espejo, refleja todo tipo de cosas, pero lo bonito es que lo reflejado jamás podrá ensuciar el espejo. Así que, sea cual sea nuestra apariencia, nuestra verdadera naturaleza es pura e impoluta. Cuando se dice que todos tenemos la naturaleza de Buda, de hecho es cierto. Se dice que ni tan siquiera los budas pueden mejorar la naturaleza de Buda; y que nosotros, los seres humanos, con toda nuestra confusión y negatividad, no podemos empeorarla. Esto significa que es intocable, inmutable, no creada. Es en verdad nuestra auténtica naturaleza, algo que nunca puede ser manchado o menguado. Es una bondad inalterable.


Mantra de Tara Blanca (Tib: Drolkar)

LOS CINCO VENENOS


Estos elementos son los los causantes, del bloqueo de nuestra mente, que en su estado natural es pura.
APEGO
IRA (Rabia)
IGNORANCIA
EGO (Orgullo)
CELOS (Envidia)

Cada día, los cinco venenos, es decir las cinco emociones perturbadoras principales, surgen en nuestra mente en infinidad de veces, con más o menos fuerza. Para hacerles frente existen diversos métodos, de los cuales hacemos una reflexión a continuación.


DESEO Y APEGO


Los términos "deseo" y "apego" no se aplican únicamente a las relaciones entre hombres y mujeres, si no también a la atracción que ejercen sobre nosotros las riquezas, los alimentos, las ropas, los bienes materiales, los sonidos agradables, los perfumes, etc. Dejada de lado la atracción entre hombres y mujeres, no prestamos la menor atención a las otras clases de deseo. Sin embargo, todo movimiento nos lleva hacia los objetos de los sentidos - formas, sonidos, olores, sabores, objetos a tocar - son también deseos.


Cuando el deseo surge en nosotros, es necesario primeramente reconocerlo, después comprender que aunque el objeto deseado pueda proporcionar un cierto placer, éste se transformará un día en sufrimiento. El Buda dijo que abandonarse al placer, es como chupar la miel sobre el fijo de una navaja, una sensación agradable rápidamente seguida de dolor.


Esto no significa que no podamos jamás disfrutar de los atractivos de este mundo. Pero si el apego es muy fuerte, el sufrimiento será también muy fuerte. Si el apego es débil el sufrimiento será débil. Si chupamos la miel golosamente sobre el filo de una navaja de afeitar, nos cortaremos la lengua profundamente, si la chupamos prudentemente sabiendo que la hoja afilada se oculta bajo la miel, solo nos cortaremos ligeramente. De la misma manera, hay que saber disfrutar de los placeres del mundo con prudencia y moderación. Generalmente no sabemos respetar la mesura, porque no somos conscientes de que el filo se oculta bajo la miel. Muy atraídos por la miel, la chupamos sin moderación y nos herimos profundamente.




ODIO E IRA


Cuando caigamos bajo el influjo del odio o de la ira, reflexionemos así:


"Yo recuerdo que todos los sers han sido mi padre y mi madre, y desarrollo la paciencia y la compasión.


Cuando alquien se enfada conmigo, sufro.


Cuando me enfado con alguien, ese alguien experimenta un sufrimiento idéntico. Por el contrario, cuando alguien es amable conmigo, soy feliz. Para hacer a los demás felices, debo mostrar la misma gentileza que la que yo espero de los otros".


IGNORANCIA


La ignorancia es no saber lo que, desde el punto de vista espiritual, es beneficioso o negativo. El remdio es estudiar el Dharma, comprender la ley del karma, la naturaleza del espíritu, etc.


ORGULLO


El orgullo se apoya, para nacer en nuestra mente, en numerosos pretextos: la belleza, la fuerza, la riqueza, la cultura, la inteligencia, una cierta capacidad en un terreno u en otro. El orgullo reposa, de hecho, sobre una falta de reflexión. Si por el contrario reflexionamos, es fácil ver que existen personas más bellas que nosotros, más fuertes, más ricas, más cultivadas, más inteligentes o más capaces. Vemos entonces que creerse superior no es más que una estupidez.


Había una vez una rana que vivía en un pozo. Ella consideraba su morada como una gran extensión de agua que ninguna otra podía igualar.


Otra rana que habitaba al borde del mar, vino un día a pasar por allí, y de un brinco salto sobre el broncal para ver lo que había en el fondo del pozo:


-¿De donde vienes tu? Le preguntó la rana del pozo, viéndola en lo alto.
-Yo vengo del borde del mar, respondió la otra.
-¿El mar? ¿Cómo es de grande el mar?
-¡Oh, es verdaderamente grande!
-¿Grande como un cuarto de mi pozo? Preguntó la rana orgullosa, que no entendía muy bien lo que la otra podía querer decir con "muy grande".
-No, más grande.
-Entonces, ¿grande como la mitad de mi pozo?


Interrogó la habitante del lugar con un punto de incredulidad.


-No, más grande aún.
-¿Entonces, tan grande como mi pozo?
-No mucho más grande que tu pozo.


La rana pensó que su visitante se burlaba de ella. ¿Una extensión de agua más grande que su pozo? ¡Qué tontería! No obstante para estar completamente segura, le preguntó si podía ir a verlo.


La otra no vio ningún inconveniente, y las dos comadres llegaron saltando hasta la orilla del mar.


¡Pobre rana del pozo! Una inmensidad tal era demasiado para su mentalidad: apenas lo vio, se desmayó. Tal era su orgullo, que no pudo soportar que fuera más grande que su pozo.


El orgullo, nos hace sufrir y hace sufrir a los demás. Si efectivamente poseemos algunas cualidades, el orgullo no les añadirá nada. Y si no las tenemos, el orgullo no nos las dará.


LA ENVIDIA


Cuando ocurre que sentimos envidia de otra persona y experimentamos un cierto rencor por pensar que ella posee lo que nosotros no tenemos, o porque le sucede cualquier acontecimiento dichoso, es preciso considerar que nuestro descontento no tiene ningún sentido.


Al contrario, hay que cambiarse por el otro:


"Si yo estuviese en la posición de alguien a quienle sucede alguna cosa buena, ¿encontraría sentido a que otro me tuviera envidia? No. Entonces, por lo mismo, mis propios celos no son más que una estupidez.


Lo que de bueno le sucede a otro no es nada que a mi me haya sido quitado. Y si pudiese hacer que al otro le privaran de lo que tiene, esto no me aportaría para nada a mí.


La envidia no es más que un pensamiento que expresa la confusión de mi mente".


En resumen, se puedo considerar que existe un antidoto para cada veneno:


-Deseo y apego: reconocer que el placer es de la naturaleza del sufrimiento.
-Odio e ira: el amor y la compasión.
-Ignorancia: el conocimiento.
-Orgullo: considerar a los otros como superiores a uno mismo.
-Envidia: alegrarse de la felicidad de los demás

Oración de Larga Vida para S.S. Dalai Lama





Oración para la larga vida de SS Dalai Lama
(Versión corta)
En la tierra rodeada por montañas de nieve
Eres la fuente de toda felicidad y bondad;
Todopoderoso Chenrezig, Tenzin Gyatso,
Por favor, permanece hasta el final del samsara
Oración por la larga vida de SS el Dalai Lama
(Versión larga)
OM SVASTI
O emanación mágica de los tres secretos de los incontables
conquistadores, apareciendo en cualquier forma que mejor sirva a sus discípulos,
gemas que conceden deseos ofreciendo cada bondad y virtud en
el samsara y el nirvana;
O asamblea directa de bondadosos Lamas del linaje.
A ustedes, con corazones ansiosos, fervientemente oramos:
“Que todos los deseos de Tenzin Gyatso se manifiesten
espontáneamente, que el Guardián de la Tierra de las Nieves permanezca
por cientos de eones inmutablemente entre nosotros, es nuestro ruego
que seamos así bendecidos.”
O sabiduría inmaculada y bienaventurada que moras de igual forma
en el reino de la realidad y en la expansión des espacio, y allí,
como nubes de ilusión, formas la miríada de mandalas de señores y moradas;
O multitudes de Deidades de Meditación,
A ustedes, con corazones ansiosos, fervientemente oramos:
“Que todos los deseos de Tenzin Gyatso se manifiesten
espontáneamente, que el Guardián de la Tierra permanezca
por cientos de eones inmutablemente entre nosotros, es nuestro ruego
que seamos así bendecidos.”
O lunas resplandecientes de realización y abandono,
espontáneamente irradiando acciones iluminadas,
perpetuamente levantando mareas de salud en el océano de errantes,
señores incomparables dotados con diez poderes;
O incontables Conquistadores de los tres tiempos,
A ustedes, con corazones ansiosos, fervientemente rogamos:
“Que todos los deseos de Tenzin Gyatso se manifiesten
espontáneamente, que el Guardián de la Tierra de las Nieves permanezca
por cientos de eones inmutablemente entre nosotros, es nuestro ruego
que seamos así bendecidos.”

O glorias de virtud, destrezas consumadas, inmutable
inmaculado Noble y Verdadero Sendero, preciosos tesoros de sublime
y pura paz, Noble y Verdadera Cesación, ciertamente liberando a todos
de los tres mundos transitorios;
O sagrado Dharma de los tres vehículos,
A ustedes, con corazones ansiosos, fervientemente rogamos:
“Que todos los deseos de Tenzin Gyatso se manifiesten
espontáneamente, que el Guardián de la Tierra de las Nieves permanezca
por cientos de eones inmutablemente entre nosotros, es nuestro ruego
que seamos así bendecidos.”
O poderosos guerreros aplacando las ilusorias vueltas de la vida,
morando por siempre en la ciudad Vajra de la liberación, dotados con la sabiduría
que ve claramente la verdad, existiendo en el conocimiento y la libertad;
O comunidad espiritual de los Excelentes,
A ustedes, con corazones ansiosos, fervientemente rogamos:
“Que todos los deseos de Tenzin Gyatso se manifiesten
espontáneamente, que el Guardián de la Tierra de las Nieves permanezca
por cientos de eones inmutablemente entre nosotros, es nuestro ruego
que seamos así bendecidos.”
O divinos guías de las tierras celestiales, de los campos cementerios y
lugares santificados, dirigiendo a los yogis en sus viajes por los sagrados
senderos por medio de juegos seductores jugados con cientos de
experiencias de vacío y bienaventuranza;
O huestes de Héroes y Viajeros de los Cielos atravesando
los tres dominios,
A ustedes, con corazones ansiosos, fervientemente rogamos:
“Que todos los deseos de Tenzin Gyatso se manifiesten
espontáneamente, que el Guardián de la Tierra de las Nieves permanezca
por cientos de eones inmutablemente entre nosotros, es nuestro ruego
que seamos así bendecidos.”
O guardianes dotados con destrezas y poder en la protección de la
doctrina y sus sostenedores, cuyas hebras de pelo matizadas por siempre
se coronan en un nudo – sello simbólico de los mandatos de
Vajradhara – que están adornados con el ojo de la sabiduría:
O mares de Protectores de la Doctrina,
A ustedes, con corazones ansiosos, fervientemente rogamos:
“Que todos los deseos de Tenzin Gyatso se manifiesten
espontáneamente, que el Guardián de la Tierra de las Nieves permanezca
por cientos de eones inmutablemente entre nosotros, es nuestro ruego
que seamos así bendecidos.”
Por la fuerza de las suplicas desde el fondo de nuestros corazones
supremo refugio que nunca falla como son ustedes, que el noble
Nagwang Losang Tenzin Gyatso – guardián único de nosotros
y de los habitantes de la Tierra de las Nieves

Que sufren profundamente tristezas sin fin en la era degenerada –
Permanezca inalterable e invariable por océanos de eones
desde su indestructible e invencible trono vajra;
sus tres secretos imperecederos, sin decadencia e invariables.
Habiendo valientemente asumido sobre sus hombros
el peso nacido de todos los incontables Conquistadores,
que sus acciones beneficiosas universales, que poseen la
esencia de las joyas enriqueciendo todo, que espontáneamente
se cumplan de acuerdo a sus deseos.
Que por este poder, se alcancen y se abran las puertas sin límites
de una era de paz y prosperidad, trayendo un eterno manantial de renacimientos a cada ser viviente.
Que la bandera espiritual de la Doctrina Subyugante se esparza a través del
tiempo y en todas las direcciones, hasta alcanzar el pináculo del
samsara y del nirvana.
Que el néctar de las bendiciones del Sostenedor del Loto
siempre fluya, desdoblando nuestras mentes y fortaleciendo nuestros corazones
y los de los demás. Que podamos acercarnos a el ofreciendo
nuestras practicas que reflejan sus palabras, y que nosotros
naveguemos el mar de la suprema conducta del Uno Que es
el Bien Consumado.
Por las bendiciones de los gloriosos Conquistadores y de sus
hijos, por la verdad infalible del surgimiento dependiente,
y por la profunda fuerza de nuestra propia fe pura, que todas
nuestras oraciones instantáneamente se cumplan con facilidad y sin esfuerzo

DAKINIS

Una Dakini puede entenderse como una diosa o deidad femenina.
En el idioma Tibetano el término dakini es Khandroma (mkha’-‘gro-ma) que significa “aquella que atraviesa el cielo” o “la que se mueve en el espacio”; también se refiere como "bailarina del cielo" o "caminante del cielo". Iconográficamente, sus cuerpos son representados con posturas sinuosas y danzantes. Es de notar que aunque las dakinis son representadas siempre como desnudas y hermosas, no son vistas principalmente como símbolos sexuales, sino como símbolos de la naturaleza desnuda de la mente, libre de todos los oscurecimientos. Los movimientos de su danza representan los movimientos y pensamientos de la conciencia en el flujo mental y el dharmakaya como el florecimiento espontáneo de la Mente del Buda, o rigpa.
Budismo Tibetano
Las Dakinis prevalecen en el Budismo Vajrayāna y, particularmente en el Tíbet y los Himalayas, han sido consideradas de temperamento agresivo o volátil, actuando algunas veces como musas (o aspectos de inspiración para prácticas espirituales). Las Dakinis son formas femeninas energéticas, que evocan el movimiento de energía del espacio. En este contexto, el cielo, o el espacio, indican el shunyata, la insustancialidad de todos los fenómenos, lo cual es, al mismo tiempo, el potencial puro de todas las posibles manifestaciones.
Las Dakinis son agentes de prueba y desafío. Hay situaciones en las que una dakini ha venido a comprobar el conocimiento o el control de un aspirante sobre un tema particular. Muchas historias de los Mahasiddhas en Tíbet contienen pasajes donde una Dakini perturba al aspirante a Mahasiddha Cuando es superada las pruebas de las dakinis, el aspirante a menudo es reconocido como un Mahasiddha y a menudo elevado hasta la tierra pura de las Dakinis, un lugar de éxtasis de iluminación.
De acuerdo con la tradición, una Dakini le dio la corona negra al tercer Karmapa, Rangjung Dorje (1284 - 1339), cuando tenía tres añosLa Corona Negra se convirtió en un emblema del linaje de reencarnaciones Tibetanas.


Senge dongma
Las Dakinis, se relacionan con la energía en todas sus funciones, y están relacionadas con las revelaciones de los Anuttara Tantras o los más altos Tantras, que representan un camino del transformación. Aquí, la energía de las emociones negativas kleshas, llamados venenos, son transformados en la energía luminosa de la claridad de la iluminación (jñāna).

"Las representaciones iconográficas a menudo representan las dakinis como figuras jóvenes, desnudas en posturas de danza, a menudo sosteniendo un cuenco de calaveras (kapala)con sangre o el elixir de la vida en una mano, y un cuchillo curvo en la otra. Pueden tener un collar de calaveras humanas, con tridentes (Khatvanga) sobre sus hombros. Sus cabellos usualmente son salvajes cayendo sobre sus espaldas, y su rostro a menudo tiene expresiones furiosas y bailan sobre cadáveres, lo que representa su completa maestría sobre el ego y la ignorancia" (Campbell, June; "Traveller in Space: In Search of the Female Identity in Tibetan Buddhism pg. 138).

SEIS VIDAS EN UNA

Hubo un joven que pensó:- Si pudiese experimentar varias fases de la existencia, podría librarme de toda estrechez de miras. ¿De que sirve que a uno se le diga”ya lo sabrás cuando seas viejo”, si para entonces habrá de ser demasiado tarde para aprovecharlo?

Se encontró con un hombre sabio, quién en respuesta a sus interrogantes dijo:-Podrás encontrar la respuesta, si lo quieres.

-¿ Cómo?- preguntó el joven.

-Mediante la transformación múltiple. Ingiriendo ciertas bayas que yo te mostraré, podrás adelantar o retroceder en edad, o dejar de ser una persona y convertirte en otra.

-Yo no creo en la reencarnación.

-No es cuestión de lo que crees, sino de lo que es posible-le replicó el sabio

Comió las bayas y su deseo fue transformarse en un hombre de edad madura. Pero ser un hombre de edad madura tenía tantas limitaciones, que ingirió otra baya y pasó a ser viejo.

Ya viejo quiso ser joven otra vez y recurrió a otra baya. Así volvió a ser joven, pero como cada estado tiene su forma de conocimiento correspondiente, ocurrió que de su mente desapareció la experiencia adquirida en sus dos mutaciones anteriores.

No obstante, el joven aún recordaba las bayas, y decidió un segundo experimento. Comió otra, deseando esta vez convertirse en algún otro. Apenas se vio transformado en otra persona, comprendió que el cambio, por sí solo, era vano. Por lo tanto, comió otra baya y deseó volver a ser él mismo nuevamente.

Una vez restituido a su estado original, se percató de que todo lo que había ganado realmente con aquellas experiencias era por completo diferente de lo que había esperado obtener con los cambios de su persona.

Volvió a presentársele el sabio, quien le dijo:-Ahora que sabes que las experiencias importantes no son las que deseas sino las que necesitas, quizás puedas comenzar a aprender. 

APARIENCIAS

Algunos parecen fieros pero son afables.
Algunos parecen tímidos pero son despiadados.
Mira más allá de las apariencias;
Posiciónate para tu ventaja.

Sin experiencia, somos fácilmente engañados por las apariencias. Un hombre grandote habla fuerte, así que lo juzgamos insensible y beligerante, pero puede resultar ser bastante amable. Si lo abordamos a la defensiva, puede que no notemos sus puntos buenos. Por otro lado, cuando conocemos una mujer pequeña y callada, podemos volvernos complacientes en nuestra actitud. Si ella resulta ser una persona traicionera, nuestro relajamiento contribuye a nuestra victimización.

A veces las personas son exactamente como parecen ser. Otras veces, están sólo mostrando un camuflaje.

Los seres humanos, como los animales, tienen distintas estrategias de supervivencia. Color, movimiento, olor y otros, son todas maneras en que los animales practican el engaño. La gente no es diferente. Prometen una gran cantidad de cosas, pero rara vez cumplen. Proclaman amistad para toda la vida, y aún así nunca vuelven. Te prometen muchas cosas, pero están sólo buscando una manera de aprovecharse de ti. Debemos aprender a discernir claramente las personalidades de los demás, a pesar de las fachadas que proyectan.

Posiciónate de la manera más ventajosa en todo momento. Usa la experiencia para penetrar las artimañas de otros. Esa es la forma correcta de arreglárselas con las apariencias.

GRATITUD

Cuando bebas agua,
Recuerda su fuente.

Si tu comprensión espiritual es sólida, entonces estarás constantemente consciente de las sutilezas de la vida. Si desperdicias tu concentración en entretenciones menores y distracciones triviales, entonces nunca alcanzarás un nivel de conciencia profundo.

No son las dramáticas grandes celebraciones religiosas y los momentos heroicos en la vida las únicas ocasiones espirituales importantes. Cada momento ordinario, cada pequeño detalle debería ser una celebración de tu comprensión personal. Tu acto más nimio debería estar permeado de reverencia.

Uno de nuestros actos más básicos es tomar agua. Sin ella, no podríamos sustentarnos. El agua nos limpia, nos refresca, y es un componente esencial de la mayoría de nuestros procesos biológicos. Pero cuando la bebemos, ¿somos conscientes de lo que hace? ¿Pensamos en su fuente y en todos los esfuerzos que hicieron posible que tengamos este simple vaso de agua?

El ser espiritual significa no dar las cosas por sentado. Muy por el contrario, recuerdas cómo todo lo que viene a ti calza en un esquema general. Reconoces la cualidad preciosa de las cosas cotidianas. Y mantienes la gratitud por ambos, lo bueno y lo malo en tu vida.

VICTORIA

¿Puedes ser ambos, marcial y espiritual?
¿Puedes vencer a tu máximo oponente?

El ser marcial requiere disciplina, coraje y perseverancia. No tiene nada que ver con matar. La gente falla en ver más allá de este estrecho aspecto de ser un guerrero y así pasan por alto todas las excelentes cualidades que pueden obtenerse del entrenamiento. Un guerrero no es un cruel asesino. Un guerrero es un protector de ideales, de principios y del honor. Un guerrero es noble y heroico.


Un guerrero tendrá muchos oponentes en una vida, pero el oponente último es su propio yo. Dentro de la personalidad de un luchador hay una amplia selección de demonios a ser conquistados: miedo, pereza, ignorancia, egoísmo, egotismo y tantos más. Hablar de dominar a otras personas es intrascendente. El superar realmente los propios defectos es la verdadera naturaleza de la victoria. Es por eso que muchas religiones representan guerreros en su iconografía. Esas imágenes no son símbolos de la dominación sobre otros. Más bien son símbolos de la ferocidad y determinación que necesitamos para vencer a los demonios dentro de nosotros mismos.

Fly a Prayer Flag for Global Warming