martes, 27 de julio de 2010

CUENTOS BUDISTAS "EL ELEFANTE Y EL PERRO"



Relájate, quédate quietecito y escucha. Escucha con gran atención este cuento sobre un elefante –nada menos que un elefante real- que pertenecía al rey y que tenía el privilegio de encabezar los desfiles reales. Se llamaba Rajah y vivía rodeado de gran lujo. Pero como era el único elefante real, a veces se sentía muy solo, es decir, hasta que hizo un amigo de lo más inusual. ¿Quieres saber quién fue? ¡Vamos a ver si lo descubrimos!Pues…..de vez en cuando Rajah se daba un largo y refrescante baño antes de que su cuidador le sirviera la cena. Y cuando se terminaba su cena, el elefante daba un paseo por las amplias estancias que le habían destinado y contemplaba la puesta de sol. Esperaba hasta que las titilantes estrellas aparecían en el aterciopelado cielo nocturno y entonces se iba a acostar.Sin embargo, una noche, cuando acababa de cenar, advirtió que un perrito le estaba mirando a través de la puerta de sus estancias. El perrito era piel y huesos y parecía estar muerto de hambre.-Señor elefante, perdona que te moleste, pero ¿podría comerme la comida que te has dejado? Tengo mucha hambre- le pidió el perrito en voz baja.-¡Claro que si puedes comértela! –respondió el elefante amablemente.Así que el perrito se deslizó por debajo de los barrotes de la puerta y fue corriendo al cuenco para comerse las sobras. Se las comió en un abrir y cerrar de ojos, y después de darle las gracias al elefante, desapareció en medio de la noche.La noche siguiente hizo lo mismo, y la otra también, hasta que una noche cuando el perrito llegó, Rajah le dijo: -Amigo mío, ¿te gustaría quedarte a cenar conmigo cada noche? Vivo solo y disfrutaría mucho con tu compañía.El perrito se quedo encantado al oírlo y aceptó el amable ofrecimiento. ¿Qué escena tan graciosa ver a un enorme elefante cenando dentado con un perrito blanco!Pero como el cuidador no creía que aquel perrito fuera el compañero adecuado para el elefante real, cada noche hacía todo lo posible por ahuyentarlo. Aunque, con gran regocijo del elefante, el perrito siempre volvía. Y como el cuidador era muy perezoso, pronto se rindió y dejó que el can se quedara. Al cabo de poco Rajah y Copito de Nieve (el elefante lo llamaba así) se convirtieron en inseparables amigos. Cuando el elefante iba a darse un baño, el perrito le acompañaba y jugaban en el agua. Por la noche cenaban juntos y charlaban y charlaban, como hacen los amigos. Y, por supuesto, también se reían un montón. Y luego se iban a la cama. Copito de Nieve se acurrucaba hecho un ovillo junto a Rajah. Era la suya una gran amistad. Pero un día un granjero, cuando volvía a casa después de haber estado trabajando en el campo, vio por casualidad a los dos animales juntos.-Parece un perrito inteligente. Me encantaría comprarlo. ¿Cuánto quieres por él?- le preguntó al cuidador.El cuidador, viendo que era la oportunidad ideal para desprenderse por fin del perrito y ganarse un dinerito extra, le pidió una cantidad por él y el granjero, tras pagársela, se llevó a Copito de Nieve.Al irse su querido amigo. Rajah se sintió muy solo y triste. Poco a poco fue perdiendo el apetito, no le apetecía comer solo. En realidad ni siquiera tenía ganas de hacer nada. Se quedaba plantado contemplando por encima de la valla la dirección en la que el granjero se había llevado al perrito. Cuando llegaba la hora de darse el baño, se negaba a entrar en el agua. Y por las noches, ni siquiera se fijaba en la puesta de sol ni en las estrellas titilando en el claro nocturno.Al cabo de una semana el cuidador, que empezaba a estar muy preocupado por la extraña conducta del elefante, se lo contó al rey. Y el rey le pidió al médico que fuera a echar un vistazo a Rajah. Pero al examinar a fondo al elefante, el médico no vio que estuviera enfermo.-El elefante no parece estar enfermo, sólo está muy triste.-Si, es así- respondió el cuidador.-Ummm…pues las personas y los animales sólo se entristecen por una buena razón- respondió el médico sabiamente-, ¿Le ha ocurrido recientemente algo a Rajah? ¿Ha habido algún cambio en su vida?-Pues creo que no…aunque solía jugar cada noche con un perro flacucho que hace poco vendí a un granjero de la zona.-¿Cuándo fue?-Preguntó al médico.-¿Oh, bueno!, pues ahora debe hacer una semana- repuso el cuidador tímidamente.-¿Y cuando dejó de comer y de querer tomar el baño? –preguntó el médico.-Ummm…pues supongo que hace una semana- dijo avergonzado el cuidador al darse cuenta de la conexión.-Pues ahora ya sabes la razón, debe de estar triste porque echa de menos a su amigo.-¡Oh, no! Ojalá me lo hubiera pensado dos veces antes de vender al perrito. ¡Creí que hacían una pareja de lo más rara! Intentaré encontrarlo pero para ser sincero no tengo idea de dónde vive el granjero- dijo el cuidador abatido aal no creer poder recuperarlo.Cuando el médico lo contó en el palacio, el rey envió a sus emisarios por todo el reino para que anunciaran que aquel que devolviera al perrito para que anunciaran que aquel que devolviera al perrito recibiría una gran recompensa, Al oírlo, el granjero fue enseguida a la corte a reclamar la recompensa. En cuanto cruzaron la puerta del jardín del palacio y Copito de Nieve vio a su amigo Rajah, se puso a ladrar de alegría y fue corriendo hacia él lo más deprisa que sus cortas patitas se lo permitían.El elefante al verlo se puso loco de alegría. Cogiendo a su amiguito con su larga trompa, se lo puso sobre la cabeza y se fue con él a darse el baño. Aquella noche los dos amigos cenaron juntos de nuevo y Rajah volvió a estar feliz. Al día siguiente el cuidador del elefante también preparo un cuenco especial para Copito de Nieve para que supiera que era bienvenido y que podía quedarse con el elefante para siempre. Y a la siguiente celebración de la corte, la gente se quedó maravillada al ver a un perrito blanco sentado sobre la cabeza del elefante real que encabezaba el cortejo real.
Todos necesitamos tener amigos con los que compartir los recuerdos y los momentos maravillosos y para que nos ayuden en los tiempos difíciles. Una persona sabe que puede encontrar un amigo incluso entre quienes menos se los esperaba.

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